Bolsillos rotos
Desde el último escrito publicado en este
blog, a propósito de la partida de mi padre, ha pasado ya un año. La Tierra
regresó a este punto en el espacio, como lo ha hecho desde hace mucho. Y yo,
con ella.
Algunos amigos me preguntaron durante estos
meses acerca del blog. La verdad, no tenia idea si iba a continuar
escribiendo en él. A fuerza de posponerlo, dejé pasar temas que creí
interesantes, y su relevancia o momento se disolvió, en silencio, y los perdí
de vista. Fue como si, por callar,
hubiese perdido la voz. Aunque hay que confesar que el trabajo y el cierre de
mi maestría tuvieron un porcentaje de culpa mayor que mi falta de motivación, mi
pereza o mi escasez de inspiración. En resumen, mis circunstancias y yo fuimos cómplices.
Y así, como dije, como si nada, pasó un año.
En algún momento (a veces experimento esos
arrebatos nihilistas) incluso llegué a pensar que nadie estaría interesado en
leer lo que escribiera. Y es posible que así sea. Sin embargo, la cuestión no es si alguien
está interesado o no en leer esto. La verdadera cuestión, creo, es si yo deseo
escribirlo, aún a sabiendas de que nadie o casi nadie ('que no es lo mismo, pero
es igual', como diría Silvio) lo leerá. Y de pronto, lo tuve claro: ¿no es acaso
ése, el destino del escritor? Escribir jugándose la vida a una mano, saltando
sin red de seguridad, apostando todo al caballo novato.
Internet me ha dejado de parecer una maravilla
desde hace mucho tiempo. Pero aún conserva algo positivo: que permite publicar
lo impublicable, lo heterodoxo, y a costo cero, lo cual es difícil de superar.
Lo único que se requiere es sacar el rato para escribir. Lo que me regresa al
punto de inicio: los doce meses de silencio.
La idea original de Página10 era “perder
el tiempo hablando de cosas interesantes”, como dice arriba. En eso se parece
bastante a la universidad o a una conversación de amigos. Durante estos años,
casi siempre he escrito algo relacionado con la cultura que me es cercana
(arte, cine, libros, música) o alguna tontería que creo simpática (algo que
procuro hacer también en las lecciones que imparto en la Universidad). Otras
veces (pocas) comenté algún tema más serio. Espero seguir por ese mismo
derrotero en los próximos meses. Siempre hay algo interesante para comentar. Sin embargo, me parece que ha llegado el
tiempo de insistir más en algunos temas que creo esenciales para nuestro país.
En concreto, me preocupan: a) la imperiosa necesidad
de retomar las políticas públicas dirigidas a la justicia social y a la
atención de los sectores más necesitados; b) la urgente necesidad de hablar una
y otra vez sobre ética profesional, honestidad y probidad, empezando en los
exámenes de la universidad, y hasta el ejercicio de los altos cargos públicos o privados; y c) la
ineludible necesidad de reafirmar los derechos fundamentales de las personas y
las consecuencias de vivir en democracia.
Me preocupa que éstos u otros
temas trascendentes estén casi ausentes en el quehacer intelectual (no digamos
el político) y sean obviados por los medios, que parecen sólo
gastar tiempo o tinta en sucesos, escándalos de personas sin oficio conocido a
las que les llaman “socialités”, resultados deportivos, chismes de participantes
de reality shows y cosas así, a un costo de oportunidad muy alto. ¿Quién está pensando en el bien común? ¿los
gobernantes? ¿los gobernados?; ¿los profesionales, los estudiantes, los
maestros, los eclesiásticos, los partidos políticos? Creo que no. Cada uno
piensa sólo en intereses individuales o corporativos. Y se nota: el tejido
social está muy lesionado, como una piel quemada por el sol. ¿No les parece que estamos un poco distraídos y que, por nuestros bolsillos rotos, se nos está perdiendo poco a poco el país que amamos?
Ya veré por dónde sigue el camino nuevo de este blog. Por lo pronto, viene a mi mente la frase final de "El Señor de los Anillos", que no la dice Frodo, sino Sam Gamyi: "Bueno, ya regresé".
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